NO - ES - A-MOR
Así llamó la periodista Patricia Kolesnicov a su nuevo libro. Una intensa historia de amor o desencuentros o pasión o deseo, entre dos mujeres que se da sobre el final del mandato de Alfonsín y el principio de la era Menemista.
En la tercera línea de la dedicatoria de "No es amor", su primera y jugosa novela, la autora escribió: "A María Gabay y Florencia Kraft". Ellas, María y Florencia, son las protagonistas que harán avanzar el relato en primera, primerísima persona, sólo interrumpida por algunos breves diálogos de cada una de ellas, con una interlocutora privilegiada: Luisa Lane (la periodista que enamora a Superman).
Si no es amor (y la negación, sabemos, contiene la afirmación), ¿qué es? ¿erotismo? Una primera, somera, superficial lectura tentaría a concluir: es el amor que Florencia siente y María niega. El amor por el que una se juega y la otra esquiva, como acertadamente define el texto de contratapa, al decir: "Florencia y María construyen una complicidad que se desbarranca en el deseo avasallante de una, en el deseo esquivo de la otra", clases de deseo claras, diferenciadas, no como, al menos al comienzo, los discursos. Salvo por algunas pistas, como el acto de nombrarse, o el uso de los tiempos verbales: Florencia habla siempre en presente, vive en un presente dolorosamente deseante; María piensa en pasado, establece una distancia imprecisa con los hechos. Hasta que logramos diferenciarlas porque, como a la autora, se nos escapan de las manos, cobran vida, son algo más (mucho más, naturalmente) que manojos de palabras usando tiempos verbales diferentes.
Si no es amor (y la negación, sabemos, contiene la afirmación), ¿qué es? ¿erotismo? Una primera, somera, superficial lectura tentaría a concluir: es el amor que Florencia siente y María niega. El amor por el que una se juega y la otra esquiva, como acertadamente define el texto de contratapa, al decir: "Florencia y María construyen una complicidad que se desbarranca en el deseo avasallante de una, en el deseo esquivo de la otra", clases de deseo claras, diferenciadas, no como, al menos al comienzo, los discursos. Salvo por algunas pistas, como el acto de nombrarse, o el uso de los tiempos verbales: Florencia habla siempre en presente, vive en un presente dolorosamente deseante; María piensa en pasado, establece una distancia imprecisa con los hechos. Hasta que logramos diferenciarlas porque, como a la autora, se nos escapan de las manos, cobran vida, son algo más (mucho más, naturalmente) que manojos de palabras usando tiempos verbales diferentes.
Hay hombres también, en la novela; hay amores con esos hombres, desamores, y abusos. Hay familias, un padre muy presente, historias personales, viajes. Una Madame Louis (otra vez el nombre: Luisa, pero en francés, y en masculino) que trae el pasado, el dolor (y de paso, el título, al preguntarle a su discípula, Florencia: "¿Te enamoraste, mi soldadita?" Y ella responde, claro: "No es amor").
Cada página, casi conforma al mismo tiempo un texto autónomo, poético: "No es que no me tiente, pero me da miedo la adicción. Digo que vengas y charlamos hasta que no te quede ni una palabrita. Que te adoro, que no me asusta, pero no sé y no quiero.//Enseguida cómo estás, contame qué pensaste, yo creo que una vez no sería grave, pero la amistad, las pelotas de Mahoma y el después. No la experiencia que regodea sino el abismo, la nada después del orgasmo".Imágenes de mitakuyeoyasinn.blogspot.com y tematika.com
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