PERMAFROST: de sexo y pulsiones suicidas


«Un suicida con éxito es hoy un héroe»
«El futuro aguarda y es un reno parado en una carretera secundaria»
«El miedo, madre dominante. Resulta casi imposible despegarse de su pezón»


Por frases como estas es que disfruté tanto de la primera novela de la poeta española Eva Baltasar, quien promete un tríptico de próxima publicación al que dio inicio con Permafrost.

Su protagonista es una joven lesbiana de pulsiones suicidas y una apatía casi total por todo lo que la rodea. La sostienen el arte, el sexo y los miedos.

Con lucidez, ironía y un humor ácido, repasa sus relaciones amorosas con otras mujeres, al mismo tiempo que revisa las diferencias con su hermana y con su madre.

Baltasar me compró totalmente con este personaje tan lúcido como contemporáneo.

«Pienso mucho en sexo, pero también pienso en alturas, en vías de tren, en Gillettes, navajas suizas y cuchillos de cocina, en barbitúricos, en piscinas y en bañeras, en ácidos, psicópatas, atracadores, banderas y semáforos rojos. (...) Pienso mucho en ataques terroristas, en errores médicos, en jeringuillas llenas de oxígeno, desprendimientos imprevistos, aludes provocados (...). Pienso en eso mientras tolero al enemigo, mi kamikaze instruida, impaciente y vejadora como levadura.»

Tranqui si en los primeros dos capítulos no entendés de qué va la cosa, para mi son el Permafrost de la novela.

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